Javier Armentia

@yojosemere www.josemere.com Daimiel, 1 de diciembre de 2014
@yojosemere
http://www.josemere.com
Daimiel, 1 de diciembre de 2014

Javier Armentia Fructuoso (Vitoria, 1962), es un astrofísico divulgador de la ciencia y director del planetario de Pamplona, miembro español de la IPS ( internacional planetarium society), colabora con la prensa, radio televisión.

Dirigio el programa crónicas marcianas, profesor de master de comunicación científica, médica y ambiental . Es un promotor del proyecto «ciencia en el bar». En colaboración con el instituto Cervantes e impulsa la designación del sistema planetario mu-Arae como «Cervantes».

Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Javier_Armentia

Nos fascinan las estrellas e intentar conocer y comprender el Universo. ¿Qué es lo que más busca el visitante de un planetario? ¿Qué nos dirías tú respecto a Cervantes?

NOS FASCINA EL FIRMAMENTO

“Firmamento” es una palabra curiosa. Parece ser que la empleó por vez primera San Jerónimo en el siglo IV al hacer la traducción de la Biblia al latín. El fundamento o apoyo de la creación, donde estaban las estrellas, nacido de Dios al comienzo del Génesis. Esa cosmología era muy diferente de la que ahora los astrofísicos nos narran, con un Universo que nació denso y caliente hace 13.800 millones de años, y en el que las estrellas no están pegadas a una bóveda oscura que rodea a la Tierra, sino que se agrupan en galaxias y más galaxias en un cosmos que se expande. Nuestro planeta es una minúscula canica en un espacio sorprendentemente enorme, oscuro, nada firme sino dinámico…

Y, sin embargo, cuando nos pilla la noche clara y serena fuera de las luces de la ciudad, miramos al cielo y suspiramos. Nos quedamos embobados mirando esos puntitos de luz que parpadean, cuando la Luna hace su aparición por el horizonte volvemos a suspirar embelesados… Y si  de repente aparece una estrella fugaz no podemos dejar de pensar en un deseo y lanzarlo al espacio con esa traza que acaba de desaparecer. Si alguna vez, de niño, te contaron las historias que tejían esas estrellas, en esa especie de juego de unir los puntos y crear figuras mitológicas que llamamos constelaciones, no habrás podido nunca olvidar la magia que aquellas historias creaba.

Si has llegado a mirar a través de unos prismáticos a Júpiter y descubrir sus lunas te habrás sentido como Galileo a comienzos de 1610, cuando fue la primera persona que los describió usando un simple anteojo que se había fabricado en casa: contemplando un paisaje desconocido y sorprendente. Si has vivido una noche de observación con los astrónomos aficionados, habrás viajado por esos países del firmamento, y habrás querido, posiblemente, ser viajero, descubridor.

Perdón, verás en estos párrafos densos que he escrito lo que parece un texto emocionado o poético incluso. Pero es ciencia, realmente. La astronomía es esa ciencia de los poetas. La ciencia que debía conocer cualquier caballero andante, como decía el Quijote. El cielo, su contemplación y su medida, ha estado tan presente en toda la historia de las culturas humanas que no es raro que pase esto. Sólo en los últimos decenios nos hemos ido olvidando de mirar al cielo, porque hemos encendido las luces por la noche, porque nos hemos separado de la dependencia de la luz del Sol, que convertía a la noche en el periodo de la fascinación, de las cosas etéreas.

Desde hace más de un cuarto de siglo trabajo en un planetario, que es un lugar donde hemos enlatado el cielo y las noticias del firmamento en una cómoda sala con butacones para que la gente, que anda siempre tan ocupada, pueda volver un rato a disfrutar como se hacía antes mirando al cielo durante la noche. Y por eso, cuando apagamos la luz y encendemos el firmamento (este sí realmente pintado con luces sobre una bóveda fija), escuchamos que la gente suspira y exclama suavemente: ahhhh.

Imagina qué maravilloso es trabajar en un sitio donde todos nos quedamos embobados mirando a la Luna, viendo en directo a los cosmonautas y astronautas de la Estación Espacial, o acelerando el tiempo para asistir a la muerte de una estrella con una explosión descomunal de supernova. Contando historias uniendo puntitos del cielo, contando estrellas y midiendo los planetas y sus lunas… y descubriendo otros mundos, como esos que dan vueltas en torno a la Estrella Cervantes.

@JavierArmentia